lunes, 8 de marzo de 2021

MADRE Y NIÑO INTERNO: TU RAÍZ Y FUERZA VITAL

 


En el curso de nuestro desarrollo, nuestras vivencias y aprendizajes durante los primeros años de vida son fundamentales.. En este sentido, las investigaciones especializadas han demostrado que la calidad del vínculo madre-hijo entre los 0 y los 7 años, sentará las bases de la autoestima del niño, de su inteligencia emocional y su capacidad para establecer relaciones saludables a lo largo de su crecimiento y en su adultez.

Así, si el niño ha aprendido que el apoyo de su madre es seguro y sus sentimientos hacia él son fuertes y explícitos a través del habla y del contacto físico, ese pequeño, más adelante, en su adolescencia y adultez, desde su amor propio y confianza en sí mismo, será capaz de crear vínculos favorables y estables con aquellas personas que ame y le interesen.

El niño “bien nutrido afectivamente”, aprenderá a reconocer e interpretar adecuadamente sus emociones y estados de ánimo, respetándose a sí mismo en cada momento, aprendiendo y gestionando, cada vez con mayor eficiencia, sus propias vivencias. Es un niño vivaz, creativo, libre al jugar y expresarse, creativo, y así será el “niño interno” en el corazón del adolescente y del adulto.

La nutrición de tu raíz en el seno de tu hogar temprano, representa la fuente originaria de tu fuerza vital, base de la que dispondrás a lo largo de tu vida.

La baja autoestima, la vulnerabilidad ante situaciones de estrés y los problemas recurrentes en las relaciones (especialmente en las relaciones personales-afectivas) son condiciones asociadas a historias personales donde están debilitados los vínculos familiares, y de modo especial, la relación con la madre o la persona que cumple esta función.

Cuando el niño sufre “heridas afectivas”, reflejará en mayor o menor grado en su adolescencia y el adultez, tendencias a crear relaciones conflictivas o codependientes, inseguridades y limitaciones en su crecimiento profesional, laboral y económico, dificultades en el reconocimiento y gestión de sus emociones y estados de ánimo, estrés y trastornos de salud psicosomáticos, entre otras condiciones.

Siempre actuamos y esperamos del mundo, consciente o inconscientemente,
lo que hemos recibido en nuestro núcleo familiar temprano, especialmente de nuestra madre…

De modo que, cuando emprendes un trabajo terapéutico conectándote contigo mismo y re-conociéndote desde tus raíces, a través de técnicas especializadas, poco a poco puedes ir despejando tu espacio interno de memorias de dolor, aprendizajes y creencias, que te impiden el acceso a tus propias fuentes de nutrición emocional, apoyo y fortalecimiento, obteniendo entre otras ventajas la posibilidad de:

  • Reconocer, comprender y aceptar incondicionalmente los rasgos de tu personalidad y de tu Ser Esencial;
  • Activar el desarrollo de tus fortalezas personales y amor propio;
  • Afianzar tu identidad única como ser humano valioso;
  • Optimizar tu estilo personal de expresar y vivir los afectos;
  • Ser más asertivo y empático, y mejorar significativamente tu capacidad para crear y afianzar relaciones estables;
  • Impulsar tu auto-motivación, despertar tu creatividad, ensanchar tus horizontes de vida; e
  • Incentivarte a construir una visión de vida alentadora, hacia lo que para ti es tu ruta de éxito personal y bienestar.

Esta información puedes ampliarla leyendo el artículo 7 Razones para amar, sanar, integrar y activar tu niño interno. También en la página de este Blog TEMAS DE TRABAJO INTERNO, puedes conseguir los servicios que te ofrezco en esta área específica de trabajo terapéutico. Cliquea estos enlaces y conseguirás reflexiones más detalladas y útiles para ti. A tu servicio :)

 


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