lunes, 22 de marzo de 2021

¡NO EXISTEN EMOCIONES TÓXICAS! … sólo desconocimiento y evasión


Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión
de una emoción sí causa dolor.- Fredrick Dodson.


¿Qué es una emoción?

Desde la Neurobiología, algunos científicos ampliamente reconocidos por la seriedad y confiabilidad de sus investigaciones, como Antonio Damasio, definen las emociones como un “conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales” producidas automáticamente por un cerebro configurado evolutivamente, para detectar y responder ante estímulos, cuya naturaleza reconoce como relevante a efectos adaptativos y de sobrevivencia.

El resultado primario de tales respuestas es un “cambio en el estado” del propio cuerpo y en las estructuras cerebrales que “cartografían” la experiencia, siendo estas últimas la base del pensamiento, el aprendizaje y las memorias correspondientes a posteriori.

Así, Damasio reconoce como “emociones primarias” a los estados de sorpresa, miedo, alegría, asco, tristeza y enojo, como patrones de respuestas biológicamente pre-establecidos, los cuales generan reacciones corporales involuntarias típicas, que inducen al acercamiento, mantenimiento, distanciamiento, evitación, defensa o confrontación de las experiencias correspondientes.

Estas tendencias a responder biológicamente prediseñadas, cuyo objetivo es meramente adaptativo, se complejizan en el tiempo a través de los filtros del pensamiento asentados en la historia personal de experiencias, aprendizajes y creencias de cada quien, acerca de lo que representan diversas situaciones en la vida: amenazantes, tristes, placenteras, etc. Se trata de las emociones “secundarias” o de “la adultez”, como las denomina Damasio. Aquí te coloco una cita de su libro “El Error de Descartes”, para que comprendas mejor este proceso:

“La respuesta emocional primaria, por sí misma, puede lograr algunos objetivos útiles: ocultarse rápidamente ante un depredador, por ejemplo, o mostrar enojo hacia un competidor. Sin embargo, el proceso no concluye con los cambios corporales definen la emoción. El ciclo continúa -sin duda, en los humanos-, y el paso siguiente es sentir la emoción vinculada con la cosa que la estimuló, tomar consciencia del nexo entre objeto y el estado emocional físico. Ahora, podemos preguntar, ¿por qué es necesario conocer esa relación? ¿Para qué complicar las cosas y hacer consciente ese proceso, cuando ya existen los medios adaptativos reaccionan en un nivel automático? La respuesta es que la consciencia obedece a una política de protección más completa. Considera lo siguiente: si llegas a saber que el animal o la situación X causa temor, tendrás dos opciones de comportamiento (ante X). La primera es innata e incontrolada. Además, no está específicamente destinada a X; una amplia variedad de seres y cosas pueden gatillarla. La segunda opción se basa en la experiencia y está dirigida especialmente a X. Conocer a X te permite anticipar los acontecimientos, predecir las probabilidades de que estés en un entorno determinado, y poder entonces evitarlo preventivamente, en lugar de tener que reaccionar ante su presencia en una emergencia.

Pero "sentir" las reacciones emocionales tiene otras ventajas. Puedes generalizar el conocimiento y decidir, por ejemplo, ser precavido ante cualquier cosa que se parezca a X (por supuesto, la excesiva generalización te convertirá en un fóbico, lo que no es demasiado bueno). Además, puedes haber detectado -en un primer encuentro con X- algún rasgo particular, potencialmente vulnerable, en su conducta. Quizá desees explotar esa vulnerabilidad en un próximo enfrentamiento, y ése es un motivo adicional para saber. En resumen: sentir tus estados emocionales, lo que equivale a decir que estás consciente de las emociones, te ofrece una respuesta flexible basada en la historia particular de tus interacciones con el medio ambiente. Aunque necesitas dispositivos innatos para echar a rodar la pelota del entendimiento, y en esto, saber lo que sientes te ofrece algo adicional.”


Ahora bien, considerando los avances de nuestra cultura, educación y tecnología, resulta obvio que la respuesta emocional primaria ya no está en la base de nuestra capacidad adaptativa para sobrevivir, sensu stricto, sobre todo en la adultez. Sin embargo, las emociones secundarias sí cumplen con la función de “alertarnos y guiarnos” en ciertos procesos importantes de nuestras vidas, como la toma de decisiones cruciales, la previsión de amenazas y riesgos, el diseño de estrategias, la justa valoración de relaciones, atender requerimientos internos de Coherencia del Yo, evaluar ciertas creencias que mantenemos “a ciegas”, etc., en los cuales, aprender a “descifrar” adecuadamente e incluir el mensaje que te ofrecen tus emociones, te conduce a resultados mucho más acertados y productivos.


Estados complejos

Por otra parte, he observado confusión acerca de la interpretación de algunos estados, que si bien es cierto están relacionados con las emociones, son más complejos.

Éste es el caso, por ejemplo, de la inseguridad y ansiedad crónicas, así como el odio y las codependencias, que representan estados secundarios a un conjunto de emociones acumuladas, no conectadas, comprendidas y liberadas en su momento originario, quedando esta tarea “por realizarse”.

Así, cada vez que te encuentras en situaciones similares a las que inicialmente te detonaron emociones fuertes, tiendes a reaccionar del mismo modo, salvo que ya estés consciente de lo que te pasa verdaderamente y además hayas logrado comprender y accionar cambios adecuadamente.

Puede pasar, entonces, que padezcas de:

  • inseguridad “crónica”, como consecuencia de los temores que has acumulado al no conocer, valorar y/o no haber desarrollado adecuadamente tus fortalezas y debilidades, en lo que eres bueno y en lo que no;
  • odio a otros, por no atender asertivamente a muchas de tus iras ante invasiones a tu espacio, abusos a tu persona, o frustraciones de tus deseos, sin colocar límites adecuados a tiempo;
  • dependencias, al acumular tristezas por no saber aceptar el desamor que has percibido en ciertas circunstancias clave de vida; y acumular temores por el no reconocimiento de tu valor como persona, sin saber cómo amarte a ti mismo.


La buena noticia es que puedes desarrollar tu Inteligencia Emocional, y además aprender a realizar catarsis consciente, para comprender y liberar adecuada y saludablemente tus emociones. Mi artículo ¿QUE ES Y PARA QUÉ SIRVE HACER CATARSIS? Cómo conectar y liberar tus emociones productivamente, así como las entradas: ¿Qué es Inteligencia Emocional?, te serán muy útiles para comprender de qué se trata lo que te comento acá. Te invito a que cliquees los enlaces y continúes aprendiendo sobre ti…

También cuentas con la posibilidad de emprender un proceso de psicoterapia, de requerirlo, acompañado profesionalmente de la mano de un especialista. Si así lo eligieses, cuentas conmigo para el tipo de apoyo terapéutico que te describo en la página TEMAS DE TRABAJO INTERNO, entre otras posibilidades.


“Sabiduría elemental”

En síntesis, las emociones te brindan la base de buena parte de tus lecciones y guías de vida. Al no conectarlas, comprenderlas y gestionarlas inteligentemente, te encontrarás una y otra vez repitiendo ciclos indeseables en ciertos escenarios de tu vida; o se te quedará “pegada” alguna emoción “re-sintiéndola”, hasta que logres captar su mensaje; o pudieras errar al tomar decisiones cruciales más desde frías conveniencias que desde tus afinidades reales, teniendo luego que asumir las consecuencias.

La verdad es que, visto así, si hay algo tóxico, no pareciera estar en la emoción…

Es por estas y otras razones que, desde mi enfoque, NO EXISTEN EMOCIONES TÓXICAS, sólo personas que evitan conectarlas, por lo que no les resulta posible comprender el valioso mensaje que portan, y por lo tanto, se mantiene en círculos recursivos de vivencias que realmente no desean para sus vidas.

Así que…

Conócete más… Entrénate en tu Conexión Interna!

Estoy a tu disposición :)

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